viernes, julio 06, 2012

Os echaré de menos en Septiembre




Cuando todos los niños se habían ido, una sombra espera que la recojan en el merendero de zona baja. Una camiseta blanca con la marca de Unicaja en el centro llena de dedicatorias a rotulador. Una sonrisa por cada dedicatoria y un buen puñado de recuerdos por cada una de ellas. Esa niña estaba sentada allí, pero realmente estaba saboreando los momentos vividos, sin saber, por su corta edad, que esos momentos no los volverá a vivir en la vida.

Más allá del área lúdica, de actividades atractivas o de un inigualable marco a pie de playa, en La Colonia, desde siempre, lo que se ha quedado y por lo que ha funcionado tan bien en tantas generaciones, es por algo muy humano: las emociones. La emoción de ganar un concurso o deporte de equipo, con compañeros con los que compartir las victorias. Ruiz Zafón escribió que nada en esta vida, por muy bueno que sea, merece la pena si no tienes con quien compartirlo.
La Colonia vende la emoción de superarse en algún reto. La emoción del niño que por primera vez se tiene que desenvolver sólo sin sus padres. La emoción del padre que tiene que alejarse viendo cómo deja a su hijo solito en manos desconocidas, preguntándose si se ahogará en sí mismo o si se adaptará al medio. La emoción del que madura, la emoción del que lo vive y la emoción que se disfruta. Venía de camino a Ronda hablándolo con Pedro.

Yo estoy de acuerdo en todo, pero matizaría y concretaría en que lo que yo creo sin duda alguna que es lo que más vende de La Colonia es la emoción de conocer a gente a la que de otro modo no conocerías. Gente con la que a priori nada tienes en común… y que en muy pocos días se convierten casi en tu familia. Hoy no nos conocemos y mañana somos grandes amigos. Eso es el producto de La Colonia, que independientemente de lo atractiva que sea la oferta lúdica y de diversión, siempre va a estar ahí, y siempre va a vender más que nada: relaciones humanas. 

Conozco y hablo por internet con gente que conocí allá por el año 2.000 en esta misma Colonia, y que por avatares de la vida, no veo en persona desde aquella época. Y sin embargo queda una bonita amistad. He tenido ya de compañeros a algunos que en aquella otra época fueron niños. He conocido a gente de muchos sitios, he vivido y trabajado allí bajo la idea de Colonia de Pablo y mi tío Vicente y bajo la de Pedro y Manolo. La Colonia de los últimos años 90 y la de la primera década de los 2000. Son cosas muy distintas, pero creo que funciona por lo humano, por encima de todo. Se quiere volver allí para volver a coincidir con esas personas que de otra manera, sería difícil reunir en otro lugar. Se quiere volver allí para vivir esa sensación extraña de Gran Hermano donde todo dentro se magnifica. Una sociedad con sus propias reglas, sus escalafones, sus chistes, sus bromas internas, sus bailes y sus chorradas que divierten más que las de la vida real.

Hoy hago una valoración para mí mismo sobre estos primeros 10 días. Un periodo de tiempo tan ridículo, que sé que gente que he tenido ocasión de conocer en este ridículo periodo van a ser ya grandes amigos, igual que lo son aquellos a los que conocí en el año 2000.

Gracias al equipo de animación, entre los que incluyo a los prácticas y los de audiovisuales, por ser como sois y por haber acogido a este viejo coloniero venido a menos, como diría el Tito Palen, de esa forma tan cariñosa que hace que uno se sienta el más ilusionado de los novatos.

Estoy muerto de pena de pensar en que me quedan otros ridículos diez días. Aún no me he ido y ya os estoy echando de menos. Creo que en unos días seré yo quien esté ahí sentado, como la niña de la foto, en ese banco, con una camiseta de Unicaja llena de recuerdos firmados, esperando a que me recojan saboreando cada momento divertido pasado, que yo, por mi edad, sí soy consciente de que no se volverá a repetir.
Yo sí os echaré de menos en septiembre, cuando el verano haya muerto y vea a las chicas pasar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ayyyyyy, la colonia es un mundo!

Chito dijo...

El final del puto post me ha puesto los pelos de punta. Yo también te echaré de menos cuando zarpes, como de costumbre!! Pero volver a coincidir aquí con vosotros dos ha sido un premio, no sé a cuento de qué, pero un premio...

Anónimo dijo...

Como me hubiese encantado coincidir contigo tito!!! Y cuanta verdad hay en este post....inexplicable para el que no haya vivido la colonia en sus carnes. AIIII QUE MAL LO PASO CADA VEZ QUE ME ACUERDOOOOOO