
Son dias de Fútbol. En el mundo y en el blog también. Y esa, como nos ha ocurrido a todos alguna vez, es una de mis profesiones frustradas.
En el colegio eran habituales aquellas pachangas y aquella media hora por equipos en Educación Física. Siempre me gustó estar en el equipo de Miguel García. Jugábamos de una forma anárquica, rozando el caos. Allá donde iba el balón, íbamos todos. Nunca había competido y me llegó la hora. Mi fichaje por el Virgen de la Paz.
Jugábamos en el patio interior de un edificio un puñado de amigos: Manolo, Domingo, Javi León... Nos matábamos detrás de un balón. Nos dejábamos las rodillas. Todo por un gol, todo por la gloria de ver al portero del equipo rival batido y poder levantar a media altura el puño festejando el tanto.
Una de esas tardes, el brigada León me llamó para hablar conmigo: -¿Quieres venirte a jugar al fútbol con el Equipo del Colegio "Virgen de la Paz"?. Yo no me lo pensé, se me iluminó la cara y respondí afirmativamente con toda la intensidad que pude. León me dijo que jugaría de media punta o de volante derecho. A mi me daba igual, la cuestión era jugar...competir.
Llegó la hora del partido, un domingo por la mañana, llovía. En la mochila un chandal seco, medio bocata y mis viejas botas Marco. El Mister nos dió la charla inicial. Miré a mi alrededor y entendí que hacía yo en ese equipo. Todos mis compañeros miraban atónitos a la nada, obligados, casi asustados y me atrevería a decir que excepto un par de ellos, algunos no tenían ni ganas de jugar. Yo me moría por pisar el albero del Campo de Futbol del Fuerte. En la charla León me dijo que jugaría de medio centro y que tendría por delante a los hermanos Leiva (Como los de pereza). En frente el equipo de Arriate. Uno de esos equipos que los entrenadores montaban para ganarlo todo. Con gente fuerte y resistente. Un equipo hecho con lo mejor de cada casa. Una magnífica excusa para justificar lo que ya se nos iba viniendo encima. Era acojonante ver los cambios de juego que hacían esa gente con apenas diez años.
Comenzó el partido, nos pitaba Diego "el orejas", hace demasiado tiempo y recuerdo bien poco, sólo recuerdo que cuando reculaba en defensa siempre me tocaba cubrir a Fran Marín "El Bollo", un compañero de Juan de la Rosa, semifranchute, que jugaba al fútbol con una clarividencia impropia de su edad (también era un chupón).
Al segundo balón que me quitó uno de sus centrales de los pies decidí que lo mejor sería "recibir y soltar". Así lo estuve haciendo, unas veces mejor y otras peor. Buscaba continuamente los desmarques tímidos de los hermanos Leiva, pero era imposible. Aquellos dos centrales, más bien eran dos bichos sacados de cualquier obra de Maquiavelo. Lo tocaban todo, lo cortaban todo, anulaban todo...y encima ponían unas caras que te daban ganas de cambiarte de pais.
Aguantamos el envite de aquellos bicharracos un cuarto de hora, a partir del cuarto de hora empezaron a caer los goles...uno, dos, tres, cuatro....media parte...y después....dieciseis, diecisiete...Así hasta ese marcador que no olvidaré nunca: 25-0
Pero lo más revelador de aquel partido vino en el vestuario. Nos duchábamos con las caras largas y escuchábamos a nuestros rivales de cantar el famoso villancico de "25 de diciembre". Asumía por primera vez en mi vida, el amargo sabor de la derrota. Se escuchó un grito en el vestuario de al lado. El entrenador del equipo rival (probablemente uno de esos catetos integrales que por puros azares del destino se vió dirigiendo a un equipo que él mismo se encargó de plagar de estrellitas) entró maldiciendo en el vestuario, diciendo que "habían jugado de pena" cosas como "estabais más pendientes de las niñas que del fútbol"...todo ello cargado de furia y algún insulto hacía lo que no eran más que niños. Nos sonreimos levemente en el vestuario como pensando: "Ahora joderos".
Cuando salimos a la puerta nuestro entrenador nos reunió, nos felicitó por haberle plantado cara a ese rival tan duro y nos dió unos caramelitos. Y todos tan contentos y tan orgullosos.
Con el paso de los años, en el instituto, el fútbol se convirtió en una gran pasión....pero ese será otro episodio...que ya veré si os cuento.
De momento tengo una cuenta pendiente con un buen amigo...que es mejor futbolista que catador de vinos....Que ya es decir...
Don Pedro Morales, segunda vez que le tiro el envite en público...
Un abrazo a todos...
Chito
Pd.-Contalo todo sin decir como pasó. Es imposible no entenderlo. Algo de autodestrucción, y una pizca de placer. Kilos de insatisfacción y una oreja más que conquistar. Alguna mueca, una sonrisa de papel. Hemos llegado hasta la puerta... Rocco Sifredi - Ivan Ferreiro
4 comentarios:
Ortega y Gasset dijo:"El hombre mejor no es nunca el que fué menos niño, sino al revés: el que al frisar los treinta años encuentra acumulado en su corazón el más espléndido tesoro de su infancia."
Oye, con la gente de Arriate no, eh?
y ese PACO, ese entrenador gordito y con barbitas, que chillaba como un loco desde el bankillo y levantaba a todo San Rafael, porq abia Juegos escolares y venia el ARRIATE .. años mas tarde porq jugaba el ATCO de RONDA :D
Paquillo Lobato...todo un espectáculo de los banquillos comarcales...
Publicar un comentario