viernes, julio 31, 2009


Héroe de Guerra.

Entré en la casa que olía a rancio, a viejo, a antiguo. Olía a dormitorio de persona mayor. Esa mezcla entre madera vieja y perfume de alguna extraña flor.

- Espera aquí, ahora vuelvo.

Había poca luz, la que entraba por una ventana al fondo del largo pasillo. Me dediqué a mirar la infinidad de retratos que colgaban por las paredes, con marcos tan dispares como las personas que en ellos aparecían. Gentes de campo de hacía años. Alguna parecía tener tal vez el siglo. Posaban con ese aire hierático propio de las estatuas egipcias, mirando al objetivo, pero como si no tuviesen vida. Extraños peinados y ropajes. Viendo que tardaba, por entretenerme, decidí elegir al azar un retrato cualquiera e imaginar la historia que envolvía a la persona que en ella saliera. Mi dedo se posó sobre uno en el que se veía a un hombre de unos veintipocos, con un pantalón militar. Sujetaba un fusil al hombro. Tenía una camiseta blanca sucia pero sin excesos. Peinado corto, con la raya a un lado. Miraba la cámara serio. En su mirada se adivinaba tristeza, tensión y rabia acumulada. Pensé que había estado batallando en alguna guerra, tal vez en la civil. Habría visto morir a sus compañeros, a amigos de la infancia, asesinados por gente en contra de la que no tenía nada, sólo el absurdo motivo de encontrarse en el otro bando, al otro lado de la línea imaginaria que separa el bien del mal a este lado, el mal del bien al otro. Tal vez fuese de los últimos días de la guerra y en su corazón se albergaba la tibia esperanza de que todo acabase. De poder sobrevivir y ser feliz lejos del infierno. Su mujer le estaría esperando, rezando a cada poco para que las balas no le alcanzasen, para poder disfrutar de su compañía, de su calor cada noche al otro filo de la cama. Aquella mirada…

Para cuando ella bajó tras lo que creí una eternidad yo ya admiraba profundamente a aquel soldado, héroe de la guerra.

- ¿Qué le pasa a éste hombre? ¿Por qué está tan serio? ¿Acaso sufrió mucho en la guerra? –Ella me miró con desgana mientras se colocaba el abrigo. Se acercó al retrato que le señalaba y casi sin mirarlo, casi sin mirarme, contestó.

- Ese era mi abuelo. Era su primer día de la mili. Tenía esa cara porque alegó tener los pies planos para evitarla, pero su petición fue denegada. No llegó a ir a la guerra. Se pasó dos años pelando patatas y limpiando el cuartel.

- ¿Entonces no fue un valiente soldado que murió en el campo de batalla? –Rió.

- Si quieres vamos al bar de la esquina. Tiene ochenta y tres, pero estará seguro bebiendo carajillos con los amigos. –Me quedé pasmado. Mi nuevo ídolo acababa de caerse de su pedestal.




5 comentarios:

Faito dijo...

No es oro todo lo que reluce!!!

Verás tu que al final me acabo enganchando a los relatitos!!!

Chito dijo...

jajajajajajajaja... Faito con el corazón lagartero dividido!!!

gema dijo...

muy guapo el relato...jjaajja en este caso una imagen más que mil palabras como que no....
un saludo

L.Rilke dijo...

gracias a todos!! :)

Por cierto, recomendación literaria: EL JUEGO DEL ÁNGEL, DE RUÍZ ZAFÓN.

En teoría es la segunda parte de la sombra del viento, aunque no tiene nada que ver y son historias completamente independientes. Es más, esta historia está situada unos veinte años antes que el de la sombra del viento.

Cterhode dijo...

Me gusto mucho el juego del angel, pero me quedo con la sombra del viento.
Genial relato!una vez mas!