domingo, septiembre 24, 2006


El mundo resulta demasiado irónico demasiadas veces... verán, si me dejan que me explique, tal vez me entiendan mejor...
Mi historia comienza un jueves a las seis y media de la mañana... y aunque a ustedes les parezca paradójico, no me estaba acostando a esa hora, sino levantándome... aunque eso sí, sólo dos horas de sueño acumulaban mis maltrechas jechuras... el caso es que a esa hora un toque al móvil me indicaba que Luigi estaba en mi puerta, con la furgoneta más cantosa de España, esperándome. “Buenos días, jefe... buenos días, Raulito... cómo te raspas con tu gorra... vamos a por Fran...”.
Viaje con historias punteras, como la de “las tres versiones” y alguna que otra discusión sobre la moral carnavalera, acabaron llevándonos a desayunar a un Gambrinus en pleno centro de Málaga. Una llamada de teléfono nos informaba de que un tal Fast Ferry no salía, por lo que, tras alguna que otra maniobra maestra de un tipo del ejército que se movía en el puerto de Málaga como pez en el agua, conseguimos billete en un “Slow-Ferry” hasta
Melilla.

Ocho horas más tarde nos esperaba el cuartel de la Legión para darnos cobijo, y entre truco de magia y partida de cartas amanece un nuevo día sin ducha de por medio pero con la incertidumbre en el cuerpo de un “qué pasará”... zapatos en bazar moruno, té lleno de hierbabuena con pastel tipo crepe... y al final el principio de la historia... quiero decir... que ahora es cuando viene la frase con la que comienzo este post... Que el mundo resulta demasiado irónico demasiadas veces... “¿quién inventó las banderas? ¿quién inventó las fronteras? ¿quién las pintó con dinero?”...porque Luigi, Fran, Raulito y un servidor, se visten de payaso y se disponen a protagonizar, cada uno con su papel, una fiesta para los hijos de los militares, al pie de una valla que ustedes ya conocerán bien... piensen en la fotografía... la famosa Valla de Melilla que tanto hemos visto en el telediario, donde personas quedaban colgadas buscando el diabólico paraíso en el que nosotros, los del mal llamado Primer Mundo, vivimos. Pues eso, la valla, y al pie, una auténtica fiesta Ludus, con actuación de payasos –yo me encargaba de malponer la música, que no veas si tuve fallos-, seguida de talleres –globoflexia, karaoke, maquillaje y castillo hinchable- justo al pié de la dichosa valla... A un lado personas se juegan la vida por pisar “suelo bendito”. Al otro niños como pudimos serlo ustedes o yo, disfrutando de una fiesta, ajenos al infierno que delimitaba la puta alambrada... realmente tétrico...

Aunque a pesar de la estampa, no puedo sino agradecer a Luigi contar conmigo para susodicha misión, a la vez que le agradezco a él mismo y a Fran y Raulito los ratos que me hicieron pasar... Este post va por ustedes tres y por Faíto... el gran ausente... aparte de ese payaso con perilla, que parece que está loco y que se ríe muy fuerte... Richard, Luigi no te llamó porque con esa pinta de moro fijo que te tiran al otro lao de la alambrada...

Viaje de vuelta de noche. Duermo como un perro, encima de dos cojines, y tirao en el suelo... registro a la vuelta con demasiada demora... llego al museo a currar sobre el límite de la hora, muerto de sueño, pero mereció la pena. Ánimo, Luisito... dormirás esta tarde y recuperarás el sueño perdido, aunque no se sabe si volverás a vivir esos momentos... Gracias por confiar en mí, Ludus...

1 comentario:

Faito dijo...

Muchas gracias Luisito, por acordarte de mi!
Ya le diré al Richard que hemos encontrado a mi sucesor como Dj Patético, jajaja, verás cuando te coja el perilla!!