Lo había decidido. Se armó de valor y comenzó a subir hasta todo lo alto del edificio. Conforme iba pisando los escalones el pulso se le aceleraba y unos sudores fríos le iban pegando la camiseta a la espalda. Se cruzó con una señora que limpiaba el felpudo y le miró con cara de desconfiada, pero él siguió de largo, subiendo escalones. Cuando pasó por la cuarta planta escuchó una canción de Camela a todo volumen; el vecino que allí vivía tenía gustos musicales ciertamente particulares. Por fin llego a la sexta planta. Esquivó una maceta con un marchita planta, cogió el pomo de aluminio, giró y el aire frío le dio en la cara. En aquella azotea había ropa tendida en todos los cordeles. Pantalones, camisetas, calzoncillos, sujetadores y calcetines bailaban burlándose de él. Se odió por ello. Continuó con paso decidido. Cogió una prenda con ira que le golpeó en la cara y la arrancó de la cuerda en la que se secaba, tirándola al suelo. Llegó hasta la baranda que separaba la azotea del precipicio. Miró a ambos lados para asegurarse de que nadie le viese. A continuación se asomó y miró hacia abajo. Seis plantas y un suelo rojo de patio interior esperándole abajo. Más cordeles de tender, una pila de lavar y tres bombonas de butano. Y el suelo rojo.
- Maldita seas una y mil veces. -Se repetía.
El viento soplaba fuerte y le despeinaba, secando su sudor, provocándole escalofríos espalda arriba. Olía a suavizante y a tierra mojada. El cielo estaba nublado y amenazaba con descargar. Los recuerdos, los pensamientos se le agolpaban en la mente, en la conciencia, engrandeciendo su rabia. Enriqueciendo su odio. Estaba empapado en sudor y tenía frío.
Sacó un paquete de fortuna del bolsillo, tomó un cigarrillo con los labios y tiró el resto, casi entero, al ojo-patio. Fue a buscar el mechero y se percató de que se lo había dejado metido dentro del paquete que volaba hacia abajo.
- Joder… no puedo hacerlo sin fumarme un último cigarrillo… mierda…
Buscó de nuevo en sus bolsillos, por si tenía algún otro mechero o modo de encender el cigarrillo, aún a sabiendas de que no tenía nada. Cuando se hubo asegurado se vino abajo. No podía hacerlo, no se veía capaz. No sin ese último cigarrillo.
- Bueno, la próxima vez me aseguraré de no tirar el mechero.
1 comentario:
ME ENCANTA MONO MUACK
MONA CRACK
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