Hubo una época de mi vida en la que yo casi era jipi. Esto es algo bastante falso, pero se puede decir que había ciertas cosas que sí se asemejaban a ese modus vivendi, aunque claro, nunca fui un jipi de verdad, ni he pretendido serlo.
Mi despertador solía sonar en torno a las diez y media/once todos los días, lo que no quería decir que yo me levantase a esa hora, pero cuando por fin lo hacía, me iba a la cocina de un piso de Sevilla y desayunaba algo. Luego siempre procuraba limpiar lo que tocase, apuntar en una lista cosas que tenía que comprar para comer, para limpiar, o materiales para la carrera (que solían ser muchos, es una de las carreras más caras que existen por la de material que hay que comprar, continuamente). Cuando volvía a casa con la compra, o cuando acababa de limpiar trataba de vaguear un poco, documentarme con algo, entretenerme con algo. Igual valía escuchar música, leer un libro, una revista, echar un fifa, escribir… daba igual. Luego me preparaba el almuerzo, comía como los pavos y para clase, que entraba a las 3 de la tarde. Solía acabar a eso de las 10 (he olvidado comentar que entre esas 7 horas la cafetería la pisaba bastante). En casa escuchaba la radio y me ponía a dibujar, a pintar o a hacer el trabajo que correspondiese. Si había que estudiar, pues era el momento propio para estudiar. Sobre la 1 de la madrugada preparaba algo para cenar y veía Crónicas Marcianas hasta que acababa. Luego el loco del Pedro en su cuarto escribía carnaval, o pintaba, o dibujaba, o componía música. Yo en mi cuarto escribía carnaval, o rimas, o pintaba, o dibujaba, o hacía trabajos o cosas de la facultad. Y cuando alguno acababa algo y quería contrastar opiniones de alta alcurnia, acudía a la habitación del otro con un "killo dime qué te parece esto"…
Cuando los trabajadores del mercado comenzaban a hacer ruido porque comenzaba su jornada laboral (sobre las 5 de la madrugada) mi minicadena comprada en Carrefour empezaba a cantar por Sabina, el acústico de "Nos sobran los motivos" y con ese ambiente apagaba luces y ponía punto final al día.
Había algunas noches calurosas, allá por el mes de mayo, que cuando llegaba de la facultad la Jose me picaba para irnos a la azotea a tomar una cerveza, al "fresco" de la noche sevillana. Algunas veces hacíamos eso y el loco se traía la guitarra, y charlábamos tranquilos, bebiendo cervezas, mirando la giralda, esa que tantas culturas ha visto pasar, allá a lo lejos, a no demasiados metros, asomando su esbelto cuello por encima del resto de casas de la zona centro, incluso por encima de la catedral, dando a entender que la cultura que la engendró era capaz de llegar más alto que la cultura que luego la transformó.
Recuerdo con especial cariño esas noches, y algunas en las que los Cuñao venían al piso. Siendo noche cerrada ni nos veíamos las caras en aquella azotea con pintura roja impermeable en el suelo. La perrita Linda pululaba de aquí para allá, siempre con su pelota de goma en la boca, esperado a que alguien jugase con ella. Sonaban los acordes de alguna copla de carnaval y los botellines de cerveza siendo apoyados en el suelo. Se encendía un mechero de cuando en cuando y alguien se encendía un petardo. Aquel olor a hierba quemada, aquel sabor a cerveza, el leve fresco de la noche acariciándote los poros y esas sensaciones metiéndose en el ser… y cantando coplas de carnaval al cielo, a los tejados sevillanos. Sabía que algún día lo añoraría, porque todo lo bueno no dura para siempre. Es uno de los secretos para que algo sea bueno.
No era un jipi, ni nunca lo he sido, pero por un rato, a ratos, me sentía como tal. Disfrutaba de saborear la vida por los sentidos. Antes era mi modus vivendi. Hoy trabajo para tratar de alcanzar momentos parecidos. Lo que sí tengo claro es que esos los tengo guardados. Son míos y nadie me los podrá quitar jamás. Por eso hay un trocito de mí que es Sevillano. Por eso tengo en ese pedestal a todos mis amigos de Sevilla, porque dicen que las mejores amistades de la vida son las que se forjan en la juventud. Por eso les dedico a ellos este post lagartero.
4 comentarios:
y yo felíz de compartir recuerdos de esos grandes momentos!!!!
Los jipis de temporá, ni son pijos, ni son jipis ni son yupis ni son na de ná!
No importa el lugar ni el sitio, creo que todos heos vivdo cosas parecidas, me emocione leyendo
Cuñao, tú no serás un jipi farso, no?? Mu weno Cuñao, leerlo me ha traido buenísimos recuerdos de facultad. Por cierto, tus amigos sevillanos también te tenemos en un pedestal!
Publicar un comentario