
Costumbres.
Una vez leí que los seres humanos son animales de costumbres. Se acostumbran a levantarse a la misma hora, a desayunar a la misma hora, hacer esfuerzos y descansos a la misma hora. El organismo actúa mejor cuando lo habitual es hacer las cosas de manera cíclica; en bucle, si se me acepta el término informático.
Pues si a Chito y a mí se nos puede otorgar la consideración de seres humanos está más que claro que somos seres de costumbres; hoy hemos inaugurado la temporada de costumbres 2008/2009. Hemos trabajado cada uno en lo suyo, hemos comido deprisa y obviado la siesta para tomar un café y sólo se vio alterada la costumbre que solíamos porque el sitio en el que era lo habitual estaba cerrado, pero al final lo tomamos. Y sobre todo hemos vuelto a quedarnos tomando cervezas hasta las dos de la mañana, hablando de carnavales, acordando planes, planeando acuerdos, con el beneplácito de Pedro que también nos acompañaba. Lo peor es que hace un año me fui huyendo de Ronda, agotado de que el ciclo de la costumbre rozase la monótona monotonía, y una vez pasado el temporal, durante mi periplo malagueño, lo que más echaba de menos eran esos momentos que eran tan habituales: los cafés, las charlas, los furbitos, las cervezas... y aunque tuve dosis de carnaval, no sabían igual que los míos, por lo que en tierras malagueñas también eché de menos mis carnavales.
Y aquí me tenéis, loco de contento, porque vengo de bajarme del coche del Chito viniendo de beber cervezas, y mientras él se alejaba santiguándome y echando maldiciones curísticas y desagradablemente religiosas, sonreía para sí gritando a la par en voz alta que en este barrio no hay naranjos para que trate de acertar con su corsita mientras él se aleja insultándome religiosamente desde la ventanilla.
El resumen es que hay mil cosas que han cambiado, pero sigue la esencia, y me alegro de disfrutar de ella. A ver si con ella vuelve un poco más del Lagarto.
Sean felices y saboreen cada segundo de sus costumbres, porque la monotonía también se echa de menos.
5 comentarios:
Genial...volver a las viejas costumbres es simplemente genial. Arreglar el mundo en una cafetería en un dia plomizo de septiembre es un lujo. Librarte una multa de milagrito...hasta en dos ocasiones...me gusta. Controlar mi vida de una forma fácil y cómoda es una pasión.
Hablar de carnavales, política o música con gente de tu gusto, se convierte en algo exquisito. Yo también deseaba volver a la rutina...Aunque a veces me aburra
...aunque no lo tengas claro y quieras escapar...
Sois unos cabrones.... los dos...
Ea, ya salto el que no tiene luces!!!
Luisito, QUÉ GRAN VERDAD plasmas en tu texto... te doy toda la razón... no dejemos escapar esos segundos que a posteriori siempre se saborean y animan los peores momentos...BESOS ENORMESSSSS
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