
- ¿Cómo se llamaba? –Preguntó su nieta.
- Vladimir –contestó María-. Era guapísimo, de buen porte. Pero su mayor cualidad era la astucia. Así logró robar en aquel museo de arte. Me había prometido que un Van Gogh pronto colgaría en la pared de mi dormitorio. Pero era tan embustero como embaucador. Conseguía convencer a cualquiera de lo que quisera, y me tenía loquita. De hecho, si hubiese sobrevivido, te aseguro que podría convencernos de que tuvo motivos para suicidarse.
- ¿Y el abuelo lo llegó a conocer?
- Sí, y se odiaban. Tu abuelo era más bien como Gauguin.
3 comentarios:
Buen relato, aunque demasiado corto. ¿Porque no comenta nadie si se ve q ha leido mucha gente desde q se publico?
Por dejadez, desidia, falta de ganas o interés de los sentidos, no había reparado nunca en visitar, esta, vuestra morada, amigos de verano y ocasiones habituales.
Veo que buscais las letras en el registro en que dicen todo y no muestran nada. Es complicado pero al lograrlo uno siento la necesidad de hacerlo hasta que el infinito sea un caramelo que se lleva la saliva.
Pasaré a menudo a visitaros. Lolo.
Buen relato, pero dadle caña al blog que nos tenéis abandonaos... dónde andan chito y jc?
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