viernes, agosto 18, 2006


...como me viene siendo habitual, cuando salgo por Ronda con Lola –mi Lola-, suelo acompañarla a su casa antes de ir a la mía. Casi siempre soy yo el que decide irse, porque estoy cansado y quiero dormir, pero incluso así, me gusta acompañarla hasta la misma puerta de su casa. Y no se piensen que es que soy una genial pareja, porque no es así... tengo mis fallos como cualquiera, y aunque en muchos aspectos de mi vida rozo la perfección –o no-, sé que en este punto en concreto disto bastante de ella, así que les diré que no lo hago por ella, sino por mí!

El caso es que la vuelta a mi casa desde la suya a veces parece eterna. Mucho tiempo cansado, andando solo por Ronda... Ronda de noche... hasta que las sensaciones me invaden. Y tengo la fortuna de cruzar parte de la Ciudad, del Tajo... y el encanto me encanta. Y lo asombroso me asombra, y la historia me escribe, y lo abstracto me abstrae. Y me paro a pensar en la cantidad de personas de todo tipo de razas y culturas que han habitado y cruzado esas zonas. Pienso en las gentes que han nacido en estas calles, que han muerto. Que han matado, que han sido asesinadas, que se han enamorado... Y me doy cuenta de que es un paraje inigualable.

Conforme sigo subiendo hasta mi lejana casa, los pasos van deshaciendo el silencio y logran distraer las sensaciones en las que me encuentro sumergido. Y huele a pan recién hecho. Y a pasteles. Y cruzo por zonas en las que los desperdicios yacen como cadáveres de una movida juerga, a los que SOLIARSA aún no les ha dado tiempo a recoger. Y las luces y los borrachos se cruzan en mi camino, demostrándome que vivimos en una ciudad auténticamente bohemia.



Sabina relató una vez que un amanecer de diario, en una de sus diarias juergas, andando borracho de vuelta a su casa, se cruzó con un hombre que se disponía a ir al trabajo, y le echó una mirada que pretendía matarle... y él se sintió culpable. Tal vez si yo fuese ese hombre, mi mirada no distase mucho de la que él tuvo... no por odio, sino por envidia de no poder ser un bohemio a diario, y tenerme que conformar con los ratos que el calendario me da, que no son demasiados. O al menos, no son todos los que me gustaría.


Como testigo de mi reflexión les dejo una imagen que tomé anoche con mi cámara, justo cuando dejaba a Lola –mi Lola- en su casa, y las sensaciones de mi Ronda histórica, bohemia, me embargaban la razón y el cansancio por mi cama.

...vamos, diez minutos y estás en casa... cinco más y estás acostado... buenas noches, familia.

2 comentarios:

Chito dijo...

Yo sé que hay un tio por ahi que se va a volver loco cuando lea esto...lo se...no se porque...jejejeje... Un saludo Faito.

Chito

Faito dijo...

pues si!
Estoy recien llegadito de Sabinillas y me he alegrado mucho al ver este post.
Si al final todos tenemos nuestro rondeñismo muy dentro y acaba pos salir tarde o tèmprano.